DEMOCRACIA CONDICIONADA: Frondizi e Illia (1958-1966)
Se
denomina "Democracia Condicionada" al periodo de tiempo que abarca
las presidencias de Arturo Frondizi (1958-1963) y de Arturo Illia (1963-1966),
durante todo este periodo la presión militar fue contante y descarada. La Revolución
Libertadora había cedido el poder porque el desgaste del general
Aramburu le imposibilitaba seguir gobernando directamente. Pero sin estar
en el gobierno, fueron el verdadero poder detrás del sillón presidencial: hubo más de 33 planteos o levantamientos
militares que terminaron en dos golpes de estado consecutivos, uno al
presidente Frondizi y otro al presidente Illia.
Para hacer frente a las manifestaciones
de descontento, el gobierno puso en marcha el “plan Conintes” (Conmoción
Interna del Estado), que otorgó al Ejército la facultad de arrestar, detener e
interrogar a gremialistas y civiles opositores. La fuerte represión contra los
peronistas impulso la llamada resistencia peronista, una variada gama de prácticas políticas clandestina, como reuniones,
pequeños sabotajes y actos de propaganda. Esta resistencia
había comenzado tras la caída de Perón y ahora se
alimentaba del no cumplimiento del pacto y de los ajustes económicos que
propiciaba el gobierno de frondizi.
La política desarrollista, llevada a cabo por
Frondizi mediante la contratación de empresas extranjeras para la extracción de
petróleo y la gestión de un crédito del FMI, condicionado a la implementación
de medidas liberales, no tardaron en producir hostilidad de parte del
peronismo. La política económica Desarrollista propugnaba la atracción de las
inversiones extranjeras de petróleo y el desarrollo de la industria de base
(Siderurgia y petroquímica). Esos objetivos requerían una política
internacional e independiente por parte del gobierno argentino. Entre los
postulados del desarrollismo, figuran el estímulo al comercio exterior con el
fin de colocar la producción argentina y el desarrollo de nuevos productos para
diversificar las exportaciones. Simultáneamente, esta doctrina requería que en
el corto plazo se restringiera las importaciones y se estimularan aquellas que
pudieran acelerar la expansión económica.
Su política exterior y su posición frente a
la Revolución Cubana provocó la fuerte presión del gobierno de EEUU y de las
FFAA. También el triunfo del peronismo en las elecciones de 1962 precipitó un
nuevo golpe de estado. Procurando salvar la institucionalidad, asumió el
presidente del Senado, el radical José María Guido, cuyo gobierno estuvo
tutelado desde las filas castrenses.
Las elecciones presidenciales de 1963, con
proscripción del peronismo, llevaron a la presidencia a Arturo Illia, de la
Unión Cívica Radical del Pueblo. Illia al asumir anuló los
contratos de petroleros, Illia anunció que los contratos que hubieran sido realizados de manera
ilegal serían anulados, pero aclaró que se indemnizaría a las empresas
afectadas y que el gobierno no tenía la intención de echar a las compañías
petroleras extranjeras. También derogo la Ley de Medicamentos, que fija una política de control sobre la producción, comercialización e
importación para las empresas farmacéuticas, cosechando hostilidad entre los empresarios. También dio un aumento en la inversión en salud y educación. El
peronismo, especialmente su base sindical, y la prensa llevaron adelante una
fuerte campaña contra el líder radical, dejando el terreno libre para que, una
vez más las Fuerzas Armadas, asestaran un nuevo golpe a la democracia. El 28 de
junio de 1966, Juan Carlos Onganía asumió de facto el mando del país. Contaba,
una vez más, con amplio apoyo político y social.
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